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Arthur Fellig, Weegee
23 Mar 2017 09:24
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Arthur H. Fellling, más conocido como Weegee, fue un reportero gráfico ucraniano -nació en Zolochiv, actualmente Ucrania- que vivió y fotografió las calles de Nueva York para multitud de periódicos y agencias. Citaremos, por ejemplo: el New York Times, el Post, el Sun, el Herald Tribune o el World Telegram. Entre las agencias, estaban Vogue, Life o Look. Su trabajo fue expuesto en la Photo league de New York, la Photokina de Colonia o el Centro de Arte de París.
Fue el único reportero gráfico con permiso para llevar consigo una radio portátil, en la que sintonizaba la frecuencia de la policía. Ésta y otras cuestiones, relacionadas con Weegee, aparecen en películas como El ojo público o Camino a la perdición. En la primera de ellas, es el propio fotógrafo el protagonista, mientras que en la segunda aparece como un personaje secundario.
Fotógrafo del desastre y el horror, aunque también fotografió la noche, las fiestas y la alegría de vivir en el New York de su época, decía tener fotografiadas cerca de 5.000 muertes. No toma paisajes, su gusto es más por las naturalezas muertas. Wegee fotografía las realidades ocultas de la gran ciudad; sobre todo aquellas que ocurren cuando la mayoría duerme. Sucesos, asesinatos, accidentes, reyertas o fiestas nocturnas. Nada escapa a la mirada de su cámara. El fotógrafo captura con su objetivo no sólo los fuegos, también a los bomberos. No sólo a los espectadores o curiosos expectantes, sino a las víctimas agonizantes y estupefactas. Sus fotografías experimentan tanto el sufrimiento como la alegría o la risa homérica . De una belleza inquietante, sus fotografías se quedan grabadas para siempre en la memoria.
Se ha definido la contemplación de sus fotografías como el golpeo de un bate de béisbol en las rodillas. El ejemplo es acertado y contundente, como sus imágenes. No hay concesiones o licencias a la hora de fotografiar. Directo al asunto. A diferencia de otros fotógrafos, Weegee elude la disciplina, no desarrolla una teoría, ni se preocupa de la técnica, hasta tal punto que sus primeras tomas, las que más nos han impactado, fueron criticadas por el descuido técnico que presentaban.
El concepto de arte no le interesaba demasiado. Conocía muy poca historia de la fotografía. Sólo algo sobre pintura y escultura. Taquígrafo de la realidad, la simbología tampoco le preocupa demasiado. Él es más directo y prosaico. Utiliza su cámara para vivir y fotografiar. Según decía, lo que recordaba era la libertad para ser Weegee –hablando en tercera persona de sí mismo-: la gloria, el dinero –aunque no demasiado- y las mujeres. Hasta ahí.
A pesar de lo dicho, con el tiempo conoció y se interesó por las fotografías de Lewis Hine , Avedon, Diane Arbus o Eugene Smith .
Como si estuviese documentando una novela de James Ellroy antes de que éste la escribiera, Weegee deambula por la ciudad con el ruido de fondo de la emisora de la policía, en busca de cualquier hecho impactante y extraordinario, y lo fotografía de la forma más contundente que sabe con su exiguo equipo fotográfico.
Aunque vivía en la gran ciudad, fue siempre un hombre de “provincias”. Más espectador y observador que actor de los hechos. Da la espalda a la normalidad. Su fama ya era de excéntrico entre los fotógrafos de la época. Un noctámbulo sin “inclinación autocrítica”, diría de él Rebecca West de Saint Augustin. Separado de su familia, tímido y sin más responsabilidad que sí mismo, elude cualquier contacto que no se produzca a través del objetivo de su cámara.
Las imágenes que dejó a su muerte, en palabras de Susan Sontag , son “mapas útiles de la realidad”. Sin un gran discurso, sin “bruma” artística ni comentarios pseudofilosóficos, Weegee toma fotografías que son, en sí mismas, reflexiones sobre los desórdenes de la calle y la gran urbe.
Fuentes:
Weegee, Könemann, Aperture Masters of Photography, 1978.
weegeepics.blogspot.com.es/
www.xatakafoto.com/fotografos/descubriendo-fotografos-weegee
es.wikipedia.org/wiki/The_Public_Eye
www.jotdown.es/2012/07/james-ellroy-a-contraluz/
cultura.elpais.com/cultura/2016/08/17/ac...71452666_086913.html
Fue el único reportero gráfico con permiso para llevar consigo una radio portátil, en la que sintonizaba la frecuencia de la policía. Ésta y otras cuestiones, relacionadas con Weegee, aparecen en películas como El ojo público o Camino a la perdición. En la primera de ellas, es el propio fotógrafo el protagonista, mientras que en la segunda aparece como un personaje secundario.
Fotógrafo del desastre y el horror, aunque también fotografió la noche, las fiestas y la alegría de vivir en el New York de su época, decía tener fotografiadas cerca de 5.000 muertes. No toma paisajes, su gusto es más por las naturalezas muertas. Wegee fotografía las realidades ocultas de la gran ciudad; sobre todo aquellas que ocurren cuando la mayoría duerme. Sucesos, asesinatos, accidentes, reyertas o fiestas nocturnas. Nada escapa a la mirada de su cámara. El fotógrafo captura con su objetivo no sólo los fuegos, también a los bomberos. No sólo a los espectadores o curiosos expectantes, sino a las víctimas agonizantes y estupefactas. Sus fotografías experimentan tanto el sufrimiento como la alegría o la risa homérica . De una belleza inquietante, sus fotografías se quedan grabadas para siempre en la memoria.
Se ha definido la contemplación de sus fotografías como el golpeo de un bate de béisbol en las rodillas. El ejemplo es acertado y contundente, como sus imágenes. No hay concesiones o licencias a la hora de fotografiar. Directo al asunto. A diferencia de otros fotógrafos, Weegee elude la disciplina, no desarrolla una teoría, ni se preocupa de la técnica, hasta tal punto que sus primeras tomas, las que más nos han impactado, fueron criticadas por el descuido técnico que presentaban.
El concepto de arte no le interesaba demasiado. Conocía muy poca historia de la fotografía. Sólo algo sobre pintura y escultura. Taquígrafo de la realidad, la simbología tampoco le preocupa demasiado. Él es más directo y prosaico. Utiliza su cámara para vivir y fotografiar. Según decía, lo que recordaba era la libertad para ser Weegee –hablando en tercera persona de sí mismo-: la gloria, el dinero –aunque no demasiado- y las mujeres. Hasta ahí.
A pesar de lo dicho, con el tiempo conoció y se interesó por las fotografías de Lewis Hine , Avedon, Diane Arbus o Eugene Smith .
Como si estuviese documentando una novela de James Ellroy antes de que éste la escribiera, Weegee deambula por la ciudad con el ruido de fondo de la emisora de la policía, en busca de cualquier hecho impactante y extraordinario, y lo fotografía de la forma más contundente que sabe con su exiguo equipo fotográfico.
Aunque vivía en la gran ciudad, fue siempre un hombre de “provincias”. Más espectador y observador que actor de los hechos. Da la espalda a la normalidad. Su fama ya era de excéntrico entre los fotógrafos de la época. Un noctámbulo sin “inclinación autocrítica”, diría de él Rebecca West de Saint Augustin. Separado de su familia, tímido y sin más responsabilidad que sí mismo, elude cualquier contacto que no se produzca a través del objetivo de su cámara.
Las imágenes que dejó a su muerte, en palabras de Susan Sontag , son “mapas útiles de la realidad”. Sin un gran discurso, sin “bruma” artística ni comentarios pseudofilosóficos, Weegee toma fotografías que son, en sí mismas, reflexiones sobre los desórdenes de la calle y la gran urbe.
Fuentes:
Weegee, Könemann, Aperture Masters of Photography, 1978.
weegeepics.blogspot.com.es/
www.xatakafoto.com/fotografos/descubriendo-fotografos-weegee
es.wikipedia.org/wiki/The_Public_Eye
www.jotdown.es/2012/07/james-ellroy-a-contraluz/
cultura.elpais.com/cultura/2016/08/17/ac...71452666_086913.html
23 Mar 2017 16:19
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