Sí, ya sé. Vais a decir Cantabria, y vais a acertar. Porque las secuoyas californianas son más grandes y anchas. Pero estas tampoco son poca cosa. De hecho, el bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal es el más grande de Europa, y con menos de 80 años algunas alcanzan ya los 50 metros de altura. En el suelo no crece la hierba porque las hojas de estas coníferas impiden que pase el sol. En fin, un fenómeno curioso, declarado monumento natural, aunque no exento de cierto debate por su condición de especie importada. Se plantaron para obtener madera rápida en la postguerra, y luego se ve que les dio pena talarlas.
Desde el punto de vista fotográfico, he recurrido a un 11 mm para captar los árboles enteros. Y en el primer caso, a un HDR lo más discreto posible, para afrontar el fuerte contraste que incluye el sol directo. En la última, introduzco el elemento humano como referencia. Pero aunque la modelo se ve muy esbelta, no sé si logro transmitir las impresionantes dimensiones de los árboles...