Alternando las (pocas) fotos que puedo hacer en esta situación de confinamiento, con las ediciones pendientes y con la revisión de los archivos, he encontrado esta de 2014, de un viaje a Kenia-Tanzania que ahora especialmente me parece que se pierde tanto entre la nebulosa del recuerdo, que casi llega a habitar la del sueño o la imaginación.
Creo que os he mostrado alguna toma de ese viaje, incluso algún leopardo. Pero estoy seguro de que no era esta. Costó mucho tiempo y paciencia (el leopardo es particularmente esquivo), pero finalmente el leopardo subió a la copa del árbol a degustar tranquilamente lo que quedaba de su presa, aparentemente una pata de una gacela.