Aquella vez ví un Oso Polar comiendo zanahorias en el desierto,
salía de la casa que había alquilado a lo alto de la montaña para pescar,
y el Oso Polar me preguntó por dónde quedaba la frutería más cercana.
Ambos en calzoncillos, tanto el Oso como yo,
nos dimos cuenta de lo “rara”que podría resultar aquella situación
para la pulga que nos estaba observando.